El pasado viernes 21 de mayo, asistimos al único concierto en Madrid de María Arnal y Marcel Bagés, por el estreno de su segundo disco Clamor (Fina Estampa, 2021) como apertura del festival Tomavistas.

Después de su álbum debut 45 cerebros y 1 corazón (Fina Estampa, 2017), Arnal y Bagés renuevan totalmente su sonido, con un disco pop rebosante de electrónica, bifonías, sonidos minimalistas glitcheados y detallados procedentes de inteligencias artificiales, cantos de animales, timbres de campanas o incluso estelas de estrellas, que orbitan en torno al futuro, la mitología y las utopías.

Arnal, descalza como Florence Welch y adornando el cabello con un caminito de perlas, se presenta con su coro, compuesto por Marta Torrella y Helena Ros (que también forman el grupo musical Tarta Relena) totalmente vestidas de blanco, asemejándose a unas esculturas griegas, acompañadas por Marcel Bagés a los sintetizadores y teclados y David Soler, productor del disco, a la guitarra.

El concierto comienza precisamente con la apertura del disco, Milagro, canto vulnerable que trae a la memoria a Violeta Parra unida a Björk, ligada a El gran silencio, tema que hace alusión a un proverbio oriental y al colapso del Observatorio de Arecibo en Puerto Rico. De esta manera, el dúo catalán anuncia su proferío apocalíptico.

Los juegos de luces cambian con cada beat, los tonos blancos y negros bañan a María, Helena y Marta, al son de El cant de la Sibil·la, interpretada totalmente a capella, única canción de tradición oral del disco, que eleva y alza aquel lejano presagio, creando un juego de voces primitivas y medievales, que parecen, más bien, estar conectadas con el futuro.

Tampoco dejan pasar la oportunidad de ajustar sus antiguas canciones de forma más electrónica y férrea, como La gent, A la vida y Canción total pidiendo la participación del público y colmadas de aplausos. Resonaron todas las voces del universo cuando introdujeron en este nuevo microcosmos el hit que los llevó al éxito, Tú que vienes a rondarme, esta vez, teñidos de rojo. “Bailo por vosotras” exclamaba María, debido a las restricciones del COVID, que nos dejan con las ganas de sumarnos y levantarnos ante ese clamor.

Continúan con Fiera de mí y Jaque, canciones enigmáticas que van más allá de lo humano, gracias a los coros que se estiran, las reverberaciones, los loop del canto de un pájaro mezclado con lo cyborg y, de manera dramática y pulsante, dan lugar a la celestial lágrima de San Lorenzo, Meteorit Ferit con un prólogo explicativo por parte de la cantante, que embellece aún más el momento.

Como cierre, ya sumidas en los multiversos y las atmósferas futuristas, se despiden con Ventura, sincronía coral que se apoya en el estribillo y se modula y muta entre elementos geométricos, el imaginario mitológico relacionado con la muerte y el destino e inspirada también en la poesía popular, el cine de Tarkovski o las ideas de Donna Haraway y Nietzsche. Así, la música de María Arnal y Marcel Bagés nos ofrece dudas acerca de la humanidad y su devenir que resuenan como un eco de múltiples voces. 

 

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