Me siento frente a mi ordenador con Skype abierto. A los pocos segundos aparece Virginia Montaño desde su casa. Ella junto con Álvaro Molinillo (Moli, como le gusta que le llamen) forma el grupo Duerme Simón. Nos adentramos en su universo gracias a las palabras de Virginia que nos habla del grupo, de su último disco y de su modo de sentir la música.
¿Cómo surge Duerme Simón?
Me mudé a Madrid en 2012 en septiembre y, a los tres meses o así, conocí a Álvaro. Él empezó primero a acompañarme a mí y después ya formamos la precuela de Duerme Simón. El primer disco de Duerme Simón es, de hecho, con banda completa. Bendita Valentía que es el primer disco, lo sacamos en 2016 como una carta de presentación. Nos fue muy bien, lo sacamos por crowdfunding. Pero, a finales de 2017, nos sentamos los cuatro y les dijimos a los chicos que íbamos a encerrarnos nosotros dos solos, para pensar que queríamos hacer con el siguiente disco. Nos encerramos en casa y empezamos a confeccionar lo que a final sería Supernova. Siempre lo que hemos hecho ha sido dejarnos llevar.
¿Cómo es esa experiencia de ser solamente dos en el escenario? Como os enfrentáis a los conciertos, a las grabaciones y a todo…
Pues básicamente la tecnología ahora hace que puedas tener músicos que no estén en persona. Nosotros lo que hacemos en los directos es potenciar lo que bien sabemos hacer; potenciamos muchísimo el teclado, la voz y la guitarra. Decidimos potenciar la calidad musical.
En los nombres de los grupos se suelen esconder grandes anécdotas, ¿fue así con Duerme Simón? ¿por qué el nombre de Duerme Simón?
Nosotros tenemos dos gatitos. Uno es negro y el otro es blanco; uno es muy tranquilo y el otro muy nervioso, y el gato nervioso se llama Simón. Cuando empezamos a buscar este nombre tan extraño fue porque como nos llamábamos antes Índigo, había quinientos mil millones de bandas que se llamaban así. Lo que nos hacia ilusión era poder escribir nuestro nombre en Spotify y que saliéramos nosotros. Empezamos a hacer juegos de palabras y empezamos a probar con los nombres de los gatos, pero de cachondeo, y al final Duerme Simón nos sonó bien.
¿Cómo es vuestro proceso de creación? ¿Aparece primero la letra, el ritmo, los acordes?
Eso es un caos siempre. Yo hay momento de mi vida en los que estoy más prolífica escribiendo y entonces tengo quince mil libretas en las que voy anotando movidas que se me van ocurriendo. Moli por su parte va grabando riffs de guitarra; él se coge su guitarra, le da a grabar, se pone los cascos, se mete en su mundo y empieza a grabar movidas. La primera parte solemos trabajar muy por separado, y luego ponemos en común las ideas.
En vuestras redes sociales os definís como ¿Synthrock? ¿Indietrónica? ¿Ambient movidito? Intuyo que lo de las etiquetas no va mucho con vosotros.
Las etiquetas nos dan bastante igual. ¿Qué somos? Pues no lo sé, somos Duerme Simón. Ya vendrá la critica y nos dirá qué hacemos. En la vida en general a nosotros las etiquetas nos tocan un poco la moral, y en la música mucho más, porque al final cada uno cuenta su movida como puede, como le sale y como le gusta.
Entre vuestro primer disco de 2016 “Bendita valentía” y el segundo de 2019 “Supernova” hay bastante cambios. ¿Qué consideras que son los principales puntos de conexión entre ambos proyectos y los principales cambios?
Lo que más se asemeja al final es el mensaje, las letras; porque al final las escribo yo, entonces yo desde que empecé a escribir siempre he intentado de la misma manera. Eso es lo que más se asemeja. Y lo que más se diferencia es la puesta en escena y a nivel sonoro, sobre todo, en la madurez.
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Ambos discos han sido financiados por crowdfunding. ¿Cómo es esa experiencia? ¿No da un vértigo increíble ver como hay gente dispuesta a pagar por tu música antes de que esta exista?
Tú cuando afrontas un proyecto quieres que salga bien, quieres calidad. Así que, para el primer disco nos tiramos a la piscina con el crowdfunding. Por suerte, y por amor de muchísima gente, hubo 150 personas que decidieron apostar. En el segundo disco, nos volvimos a atrever, volvimos a sacar crowdfunding y volvió a salir bien. Es un periodo que se pasa muy mal, son 40 días muy largos. Pero, al final te da mucha alegría, mucho agradecimiento y mucha gratitud, cada cosa que haces se la estás agradeciendo a esa persona que ha apostado por ti.
Actualmente la industria musical funciona mucho por singles, pero vosotros habéis sacado dos discos completos. ¿Os planteáis en algún momento trabajar a partir de singles?
Yo creo que probablemente nos sumemos al carro de los singles, no lo sabemos, pero es probable. Así, mientras seguimos dándole vida a Supernova y seguimos tocándolo en directo, podemos seguir sacando canciones. Es una forma también muy bonita de darle contenido nuevo a la gente que te escucha y, para ti, no tener que aparcar un disco para centrarte en otro, sino que todas las canciones puedan seguir conviviendo.
Supernova se caracteriza por tener unas letras muy potentes. ¿Qué mensaje esperáis lanzar al universo con él?
Es un disco que tiene una carga muy de empoderamiento, no tanto feminista, sino empoderamiento de ser uno mismo. Supernova podría ser un disco conceptual por todas las referencias astronómicas, al espacio, a viajes en el tiempo; pero no habla de eso, habla de sentimientos humanos puestos con esa metáfora por el medio. Ha sido un disco, que al final cuando hemos leído todas las letras y hemos escuchado todas las canciones, sí que nos ha salido redondo, conceptual y con un mensaje claro; aunque cada canción luego cuenta su historia.
Este fin de semana los hemos podido ver en varios directos en su Instagram dando conciertos desde su casa. Sus directos te transportan directamente a una sala de conciertos. Para estar al tanto de todo el contenido que van creando y de los directos maravillosos que están haciendo, seguidlos en sus redes sociales.
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